En las fechas que comienza el otoño y se encara hacia el invierno, son las fechas en las que los cambios de temperatura y el frío se instalan en nuestras vidas y entrenamientos. Entramos en una época donde los refriados se hacen eco en nuestro organismo, aprovechando el momento en que nuestras defensas están bajas o distraídas.

La gripe es tan solo una infección del tracto respiratorio superior ( desde la nariz hasta la laringe ) por virus que se multiplica en las células de la mucosa nasal creando una reacción inflamatoria.

El proceso gripal se inicia en el momento de la Infección, pocos días después se transforma en dolor de garganta, irritación nasal y dolor de cabeza y otras partes de nuestro cuerpo conllevando a veces ataques de tos.

 

Tus defensas bajan considerablemente y se produce una perdida de energía que nuestro cuerpo necesita para combatir el virus. Este proceso suele durar unos 10 días aproximadamente con un máximo de 14.  Para ilustrar mejor el proceso gripal podemos observar la siguiente gráfica de la revista Runner’s World.
Progreso gripal

¿Puedo entrenar con un resfriado?

 

El hecho de realizar ejercicio con regularidad refuerza nuestro sistema inmunilógico manteniéndonos a salvo de los virus y las infecciones, siempre y cuando lo realicemos con regularidad. De lo contrario superar el nivel de esfuerzo sobrepasándonos en el ejercicio puede comportar el efecto contrario. Los entrenamientos duros en los que sobrepasan los 90 minutos de ejercicio de alta intensidad.

 

En cualquier caso un resfriado común no debería impedirnos correr, ni empeoraríamos siempre y cuando estubiéramos hidratados abundantemente para favorecer la producción de mucosidad, realizar nuestro entrenamiento con ritmos suaves evitando largas tandas y ritmos intensos y por supuesto evitar la mínima posibilidad de enfriamiento al que estamos expuestos una vez terminamos el entrenamiento, abrigándonos y duchándonos con agua caliente.

 

Cuando estemos resfriados nos guiaremos por la «regla del cuello», es aquella que se guía por tus síntomas. Si tus síntomas son por encima del cuello como son dolor de cabeza, estornudos o congestión nasal podemos entrenar sin problema pero con cabeza. Si por el contrario los síntomas están situados debajo del cuello como dolor de pecho, ros ronca, molestias abdominal, dolor de garganta e inclusive fiebre, es mejor descansar y recuperarse y evitar una posible neumonia, bronquitis o una gripe grave.